26 mayo 2011

Reflexiones al Sol.

Hoy me he despertado reflexiva, ayer me acosté como una moto tras la tensión de dos días muy locos en el trabajo, y hoy me he desinflado y no sé qué hago con mi vida.
Estoy harta de discutir con las generaciones anteriores intentando justificar por qué no lo tenemos tan fácil como ellos piensan.
Y estoy harta de intentar inculcar valores que cada vez me creo menos a unas nuevas generaciones que lo tienen aun peor que nosotros.

Hay que trabajar, es cierto, pero estamos viendo que las condiciones son cada vez peores, que se nos recortan unos derechos que costó muchísimo conseguir, y que la mayor parte de la gente contempla todo esto impasible, entre resignada y pasiva.
Mucha, mucha gente no tiene trabajo, o lo ha perdido en los últimos dos años.
Gente sobre cualificada que ahora no encuentra un camino por el que poder abrirse paso.
No hay ofertas, ni públicas ni privadas.
Y los que tenemos trabajo estamos entre la inestabilidad que da la incertidumbre de no saber si mañana lo tendremos, ya que con la crisis las empresas aprovechan para recortar de todas partes y hay que reconocer que tienen una excusa fantástica para hacerlo; y una falsa seguridad que no entiendo porqué nos seguimos creyendo.
Yo tengo la suerte de tener un trabajo fijo en una gran compañía, y llevo ya unos años intranquila con una situación que cada día me gusta menos.

Y me tengo que callar muchas veces porque tengo “suerte”.
¿Y qué tipo de vida llevo? ¿Qué vida tengo realmente? ¿se le puede llamar vida a esto?
Trabajo de 8 a 10 horas casi todos los días, realizando unas labores que están muy por encima de lo que me están pagando, bajo promesas que nunca se cumplen ni se cumplirán, y todo el tiempo alerta porque a la mínima de cambio te encuentras alguna sorpresa. Con un panorama de futuro cada vez más negro en el que cada vez más gente de nuestra edad está convencida de que muy probablemente la jubilación para nosotros sea una broma pesada, y que aparte de retirarnos a los 67 o a los 70 o cuando toque, y para ello nos quedan más de 30 años de continuar con unos trabajos que nos explotan y agotan física y anímicamente, será muy raro que tengamos una pensión porque el sistema ya no se sostiene.
Y después de esas 8 o más bien 10 horas en el curro llegas a casa tarde y cansado, una casa que es más del banco que tuya y que gracias a la cual rezas para no perder el trabajo porque te verías en muy serios problemas, cenas sin ganas mirando una tele en la que lo único que haces es zapping, porque raramente encuentras algo que te motive intelectualmente, mientras piensas en la jornada del día siguiente a ver si, con un poco de suerte salgo pronto, a eso de las 7 para variar, y me da tiempo a ir al súper y a hacerme un gazpacho fresquito para cenar.

Y piensas en que algo debería cambiar.
Y piensas en los que nos gobiernan y entonces caes una y otra vez en que solo están disfrazados de gobernantes, son títeres al servicio de una economía global, y que ya no son ni rojos ni azules sino grises; y que en las urnas ya no podemos solucionar nada, aunque pretendan hacernos creer lo contrario. Somos mercancía en manos de los bancos y las grandes empresas, ya no somos trabajadores, somos números de usuario y solo se nos cuenta en las estadísticas.

Y entonces surgen las concentraciones en Sol.
Un montón de gente unida por el descontento y que se ha dado cuenta de la falta de alternativa real que tenemos, y de que lo llaman Democracia y no lo es.  
No es Democracia la alternancia de dos partidos políticos que se reparten la riqueza, los votos y un falso poder que realmente no ostentan.
Ya ni siquiera se molestan en presentar propuestas para convencernos. El panorama político español se ha convertido en un foro con dos bandos rivales en el que la estrategia es desacreditar al contrario.
Como en las tertulias de futbol entre forofos del Barça o del Madrí.
Como en los realities.
Como en el Sálvame.
La izquierda hace política de derechas, y la derecha propone medidas de izquierda, y ninguno de los dos se cree un ápice de lo que dicen.
Ya no tienen principios, ni siguen sus propios ideales.
¿Qué tipo de sociedad estamos construyendo?
Quiero diversidad, quiero alternativas, quiero diferentes opiniones, quiero propuestas inteligentes de cara al futuro, quiero transparencia y respeto, que no me tomen el pelo, quiero que me represente alguien a quien no me dé vergüenza ver como ignoran en las cumbres internacionales porque ni siquiera se puede comunicar sin intérprete, o de quien no me descojone al escucharle haciendo como que habla en Yale para tirarse el moco sin darse cuenta de que lo único que hace es el ridículo más espantoso.
Es muy difícil respetar a gente así, y mucho más difícil sentir que nos representan lo más mínimo.
Y sobre todo es muy triste.

El viernes casi se me saltan las lágrimas en Sol al ver tantísima gente tan diferente tan volcada apoyando al movimiento, y por primera vez en mucho tiempo sentí un poco de esperanza hacia un futuro que quizá sí  podamos llegar a cambiar.

Y por todo esto apoyo la iniciativa de Sol, y espero que no se marchite, que nadie se aproveche de algo tan bonito e idealista. Y me gustaría que mucha más gente se contagiase de ese idealismo, porque es algo de lo que andamos muy faltos en la sociedad actual.

Alk.
PD_ El gazpacho me lo he tenido que comprar en los chinos, que afortunadamente, cierran más tarde.

No hay comentarios: