Este es un libro que para todo aquel que lo ha leído, ha pasado a formar parte de su pensamiento individual. Y eso, creo, es algo que puede hacer sentir bastante orgullosa a su escritora.
La confrontación de los grandes sistemas políticos del siglo XX, el socialismo y el capitalismo, se analiza en este libro desde, la siempre considerada utópica, vía del anarquismo llevado a la práctica.
Cuando siendo un chaval alguién me decía aquello de "eso de ser anarquista es imposible, porque si todo el mundo hiciera lo que le viniera en gana, el sistema no se sostendría a sí mismo", uno empezaba a rezongar y a poner mil peros que acababan siendo aplastados por montañas de ejemplos cotidianos de las comodidades que perderíamos, y que acababan convirtiendose en chanzas y burlas del idealismo de un niño que todavía no sabía defender sus ideas, pero que empezaba a verlas claras.
Pues fue en ese momento cuando este libro cayó en mis manos. Y os podéis imaginar lo que se desencadenó en mi interior cuando ante mi imaginación comenzaron a desfilar personajes que, ¡no sólo compartían mis ideas políticas mas radicales!, sino que vivían de acorde a ellas en un sistema total que se sostenía pese a que todos los habitantes del planeta eran anarquistas.
He de reconocer que aquello me dio una seguridad tan absoluta en mí mismo, que a día de hoy la contemplo con cierto recelo. Pero no era momento de relativizar...
Hoy estoy de nuevo leyéndolo y como los buenos libros ofrece tantas interpretaciones como veces se lea. Es decir, me tiene enganchado otra vez.
La historía de Shevek, un eminente físico, nos permite contemplar el enorme contraste entre dos hipotéticas lunas de la Tierra. Anarres, una colonía anarquista formada por huidos del Sistema Capitalista y Urras, donde conviven Io "el mundo libre, donde todo sueño es posible" y Thu, un sistema socialista con una economía de estado.
El contacto de Shevek con los distintas sociedades nos permite sopesar los problemas que cualquier sistema tiene al aplicarse a la vida real.
Ursula Kroeber Leguin es especialista en describir el comportamiento y las sociedades humanas desde una perspectiva analítica pero no carente de emotividad, como ya ha demostrado en el resto su bibliografía (inolvidable el viaje iniciático de Los libros de Terramar) y de ahí el interés por conocer su visión de los sistemas socio-políticos que produjo el siglo XX, su siglo.
Al final uno acaba acompañando a Shevek en su evolución personal, y su descripción de lo que observa contribuye al pensamiento de ambos, del protagonista y de uno mismo.
Por eso cada vez que alguién termina este libro, no puede dejar de sentir una mezcla de entusiasta ilusión y amarga decepción con respecto al género humano que invita a la vez a la acción y a la reflexión. Para mi eso define el ideal de la maduración de una persona.
Dr. Jarri
Más información:
Novela ganadora de los premios Nebula de 1974 y Hugo de 1975.
Página web de Ursula K. Leguin
3 comentarios:
Sí señor, una buena entrada sobre un libro fabuloso, de los que hacen pensar y plantearte un montón de cosas interesantes.
Se nota, además, que la autora reflexionó seriamente sobre el asunto y se metió en la piel de sus personajes. La descipción de la sociedad anarresti es impecable. Me gustó mucho el pasaje en que unos jóvenes de Anarres se plantean con excepticismo (como si fuesen una leyenda urbana) la existencia de cárceles en Urras y juegan a que uno de ellos está preso; cómo Le Guin es capaz de describir, por un lado, la angustia del personaje «encerrado» y por el otro, hacer que entendamos el porqué a los anarrestis les parece tan abobinable la mera existencia de una prisión.
Un libro quer debería ser de lectura obligatoria en los colegios e institutos.
Es curioso que tengamos que se esté reencontrando el anarquismo en las expresiones de algunos libertarios americanos (los que hablan explicitamente de anárquismo), en un territorio que tuvo grandes experiencias anarquistas en los años 30.
En la Guerra Civil Española los grandes derrotados fueron los anarquistas, de quienes ni se habla en los pueblos, mientras delimitó el reconocimiento social de la represión a socialistas y comunistas.
Juanfran, no sólo debería ser de lectura obligatoria ese libre, si no que se debería recuperar la memoria del anarquismo iberico y situarlo en su verdadera importancia histórica.
Efectivamente, el movimiento obrero (incluido el anarquismo) español de principios del siglo XX es el gran desconocido de nuesra historia.
En 1937 la CNT llegó a acontar con millón y medio de afiliados. La UGT (que por aquel entonces defendía la lucha de clases revolucionaria) contó con más de un millón.
Igualito que ahora, vamos...
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