04 octubre 2009

Crónica del Azkena Rock Festival 2009 - El rock no son sólo guitarrazos...

Tarde. Muy tarde llega esta crónica. Pero no podíamos dejar de hacerla. Porque sí. Porque el festival se lo merece. El año que viene, más.

Y otro año más, los perros de Mordor trotábamos hacía Vitoria para nuestra cita anual con el Azkena. Llegamos con ansia de conciertazos y este año de nuevo nos llevamos buen sabor de boca. La verdad es que es un gustazo llegar al recinto y volver a pisar los lugares que tan buenos momentos nos han dado en los últimos años. Este año encontramos algunas novedades como el escenario «amateur» donde subía la gente a tocar unos temillas (se oyeron algunas delicias por allí) o la zona de descanso (poco aprovechada por el ritmo de conciertos). Pero según te aproximas al escenario de turno ya te va entrando el gusanillo de siempre y directamente pasas al estado de «borrachera» (lo del perro de Paulov, ya sabéis).

La asistencia, según LTI, este año ha sido alta; 7400 personas el primer día, 14029 el segundo y 13000 el tercer día (un poco hinchadas, ¿no chicos? Que una cosa son entrada vendidas y otra gente que realmente fue). Aun así, como es costumbre en este festival, no hemos sufrido aglomeraciones ni colas innecesarias. ¡Esto es un lujazo!

Y como en algunas cosas no nos hemos puesto de acuerdo, aquí va una crónica a tres voces, contada por Dr. Jarri (en texto estándar), el Joven Frodo (en azul) y Javi Kaos (en verde). Que en Mordor no somos de opinión única, oiga, aquí hay gustos para todo y cada uno es de su padre y de su madre.

Primer día (14/05/09)

Negras tormentas agitaban los aires. Sumando a eso el frío polar de Siberia-Gasteiz normal que la organización decidiese lo que terminó siendo innecesario (no llovió el primer día, contra todo pronóstico): cambiar toda la jornada del jueves del escenario grande Lux Interior a la carpa Ron Asheton, ambos en honor a dos personalidades del rock recientemente fallecidas. Mucho mejor que el Escenario San Miguel del año pasado.

La jornada comenzó pronto y Jeny Dee & The Deelinquents nos pillaron comiendo en las tiendas. Y por lo que oímos desde allí, mucho me temo que ese fue, para los que estábamos allí, el mejor bolo del día.

Siguió The Inspector Cluzo, donde el dúo gabacho ofreció una buena ración de funk-hard-rock. No es que fuesen la pera, pero agradaron a los que nos congregamos por allí. Es jodido decir que ese fue el mejor concierto del día. Así de reguleros estuvieron los pases de la primera jornada (y es que a mí no me gustaron tanto The Breeders como a Dr. Jarri).

Los Burning, ay. El grupo de la Elipa merece respeto por lo que ha aportado al rock patrio, pero que Johnny sea el único integrante original vivo le resta gracia al asunto. Decidimos dejarlo pasar y escuchar las canciones desde la tienda. Y es que vistos los lamentables especáculos de viejas glorias que nos hemos tragado en este festival, mejor no tentar a la suerte.

White Denim fueron los siguientes. Francamente, tenía curiosidad por verles. Y ver si cambiaba mi opinión sobre ellos tras verles en directo. Nada. Su directo me causó la misma impresión que su disco; el primer tema te dices «vaya, esto mola», al terminar el segundo estás ya más que harto. De la misma forma que no he podido escuchar entero Workout Holiday, dejé el concierto inacabado.

Y al fin pudimos ver a las Breeders y, pese a que el aura de «vieja gloria» de Kim Deal ha caído por sus recientes visitas a nuestro país, había nervios en el ambiente por ver como se lo hacían. No defraudaron. Dieron un buen repaso a su cancionero intercalando algún tema de su último álbum Mountain Battles. Momentos de nostalgia con «No Aloha», de psicodelia con su versión del «Happiness is a warm gun» y de euforia colectiva con «Cannonball». Vamos, lo que queríamos y además bien tocado. Mención especial para la voz de Kim Deal, en muy buen estado. Buena idea programarlas a las nueve. Que estas chicas se confunden mucho con la noche...

Bien es cierto que las Breeders ofrecieron un espectáculo por encima de mis expectativas (como ha dicho Dr. Jarri, la noche confunde a estas chicas y me temía un fiasco), pero aun así el show no pasó de correcto, como era de esperar con un álbum tan flojo como Mountain Battles. Y es que, aunque me gustan mucho Last Splash y Pod, hay que reconocer que las canciones de The Breeders no son tan perfectas, en conjunto, como las de los Pixies.



Un rato después aparecía Juliette Lewis en el escenario. Esta vez con nueva banda The New Romantiques, bastante más de diseño que los Licks con los que vino las anteriores giras. Y aunque no sonaron mal, tampoco llegan a decir nada, eclipsados por el protagonismo de Juliette. La artista vino a repetir el mismo show que ya hemos visto interpretando algunos temas nuevos pero sin llegar a emocionar, excepto al público de las primeras filas que la manosea a conciencia cuando se lanza desde el escenario. Si he de ser justo he de reconocer que en un par de temas más blues la artista llegó a cantar mal. De hecho chirriaba bastante al oído. Bueno, pues eso.

En cuanto a Juliette Lewis, he de comentar, que aunque en lo musical, el espectáculo no fue tan visceral como solía ser, la nueva banda le dio una solidez que ya le hacía falta. Un sonido más cuidado y una puesta en escena más medida, que no controlada en alguna ocasión, fueron las mejoras que a mi juicio ha tenido esta chica. Por lo demás, depende del gusto del oyente.



Cerraban el día los suecos Hardcore Superstar nombre curioso que refleja lo que estos chicos intentan. Mezclar el sleazy rock de Los Angeles con el hardcore más burrito de Nueva York. Vaya, como mezclar agua y aceite. Pues así les quedo la cosa. Regular. Creo que incluso tocaron bastante bien, pero al público no nos llegó a calar su propuesta y aburrieron un poco.

La verdad que en Hardcore Superstar solo se pueden ver clichés, cada gesto, cada movimiento, cada nota, representa una faceta del rock americano más hortera, en el buen sentido, pero que al final no termina de cuajar. Su concierto fue irregular y con exceso de maquillaje y laca de uñas, eso si, tocaron «Wild boys» y «We don't celebrate sundays».

Segundo día (15/05/09)

La segunda jornadá arrancó en el centro de Vitoria donde presenciamos a Eli "Paperboy" Reed. Le habíamos estado escuchando un día antes en Radio 3 y tenía la voz tocada de su concierto en La Riviera (y juerga posterior, según contó, con los miembros de The Right Ons). Su actuación mañanera nos tranquilizó: su voz estaba en buena forma.

Tras la actuación de Eli siguieron las obligadas rondas de pintxos, lo que nos retrasó más de lo querido y nos imposibilitó llegar a ver a Jon Ulecia y sus Cantina Bizarro (una lástima, su disco Last Night Dream es fantástico). Nos contentamos así con poder degustar a Elliot Brood. ¿Sabéis de esos pequños tesoros secretos que todo el mundo tiene? Son para tí, no los quieres compartir con nadie más. Pues esa es la sensación que me quedó despues del concierto de Elliot Brood. Sonaron estupendos, son unos músicos enormes y la poca gente que estábamos en el escenario Lux Interior apreciamos su entrega y guardaremos este recuerdo como oro en paño.

Dr. Dog era uno de los momentos más esperados. Me encantan sus discos y cuando me enteré de que tocarían en Azkena me emocioné. Fue aquella una sensación tan intensa como la estupefacción al ver el arranque del concierto. ¿Dónde estaban esos delicados arreglos instrumentales? ¿Y los maravillosos juegos de voces? Sus instrumentaciones se transformaron en un sonido musculoso que no les sentaba bien y sus excelentes voces en alaridos al viento sin ninguna musicalidad. Más que cantar, berrearon. Poco a poco conseguí entrar en su rollo y me conseguí meter en el concierto, que no terminó de estar mal del todo. Aún así, fue decepcionante. Quizá fue, simplemente, un mal día.

A media tarde Eli "Paperboy" Reed, hacía su entrada en el escenario como los grandes soulmen presentado micrófono en mano al ritmo de su banda The True Loves y con los metales arreciando. A pesar de su aspecto de niño bueno ya desde el principio demostró su admiración por el padrino del soul con unos movimientos espasmódicos y poses de predicador que irían en aumento a lo largo del que —según dijo— sería su último concierto de la gira. Sonó bien, sonó muy bien y levantó unánimemente al (siempre difícil) público del Azkena en varias ovaciones cerradas a la vez que hacía menear las caderas del personal en bailoteos desenfrenados.

Solo añadir que en ningún momento dejó que bajase la intensidad de su espectáculo, con sus veintipocos años ya es un MC como la copa de un pino. Nos tuvo bailando desde que salió, hasta que nos hizo estallar con su versión de más de 10 minutos de «(Doin' the) Boom boom».

Un concierto memorable. No cayó la versión de «The ace of spades» de Lemmy y compañía, pero sí que sonó la apabullante versión del «I'm gonna break every heart I can» del gran Merle Haggard. Todos los de Mordor salimos babeando y con las altas expectativas que teníamos convertidas en realidad.



Nos enteramos al llegar al recinto que Bad Brains habían suspendido su gira europea y entraban en el cartel otros veteranos del punk, U.K. Subs Y aunque teniamos ganas de ver lo "macarras o jamaicanos" que venían los Brains, no fueron, al fin y al cabo, un mal sustituto, dando un concierto justo pero intenso.

La noche nos traía a unos desaparecidos Soul Asylum que pese a desplegar un repertorio bastante digno, no acabaron de convencer. Sería el sonido, que comenzó regulero, sería que Dave Pirner se había bebido demasiadas cervezas.

Y llegó el gran momento. El concierto que todos estábamos esperando, los Black Crowes en Vitoria, en el Azkena, un festival que si no existiese habría que inventarlo para que tocasen ellos. Y mucho se rumorea que el cambio de fechas ha sido a causa de su fichaje. Los Crowes arrancaron fuerte y empezaron a caer temazos como «Sting me», «Hard to handle» o «Remedy», y el público respondió volviéndose loco. Pero un concierto que había empezado tan bien tornó pronto en pesadez. Largos e interminables solos pudieron con mi paciencia y capacidad de atención, haciendo que me aburriese por momentos. Para el final recuperaron el brío, sonando «Goodbye daughters of the revolution» o «Thick n' thin», pero la sensación agridulce no me la pude quitar de encima. Y es que fue un concierto en el que faltaron canciones. No lo digo porque no sonasen, por ejemplo, «Conspiracy» o «Seeing things» (que también). Fue, simplemente, que sobraron pajas guitarreras.



Electric Eel Shock, para muchos el grupo de chinos del batería con un calcetín en la polla. Pero realmente fueron los que pusieron la guinda en esta jornada un poco desigual. Como si se hubiesen tomado 100 cafés salieron berreando y corriendo de un lado al otro del escenario. Lamentablemente no demasiada gente disfrutó de su mezcla de punk, heavy metal y hard rock, después de los Crowes la mayoría del aforo abandonó el recinto, como si ya lo hubiesen visto todo. Pero evidentemente quedaban Electric Eel Shock, y ellos nunca pasan desapercibidos. En resumen, un conciertazo para los adictos al género.


Tercer día (16/05/09)

Por la mañana del último día de festival se comenzó a congregar gente al rededor del escenario situado en el centro de Vitoria. En él se iba a desarrollar uno de los eventos más esperados del Festival. Después de 5 años Mike Farris volvía al Azkena, ya despojado completamente de sus Screamin' Cheetah Wheelies. En este caso su propuesta era más soul y gospel y el formato de este primer concierto prometía mucho. En realidad lo único que necesitó fué abrir la boca para que todo el público se entregase a él. Después de haber visto a Eli "Paperboy" Reed el día anterior, ahora tenía más razón de ser este concierto. Formas, maneras y estilos diferentes pero un mismo resultado, energía soul de alto octanaje. Aún así no terminó de sonar bien.

La tercera jornada de Mendizabala comenzó con Jonny Kaplan & The Lazy Stars en el escenario. Esta era la segunda vez que tocaba en el Azkena y excepto por sus Lazy Stars, no hubo muchos cambios. Rock americano sólido y con unas potentes melodías y abriendo fuego en el escenario pequeño el sábado. Sobre todo sonaron temas de su recién estrenado Seasons, pero tampoco dejaron de sonar temazos como «Ride free» ya casi al final del concierto. Jonny Kaplan se supo ganar al público enseguida, aunque teniendo en cuenta que es frecuente su paso por la península, probablemente no le costó mucho.



Woven Hand ofrecieron uno de los conciertos más intensos del festival. David Eugene Edwards nos dio una buena ración de su particular lectura del sonido americana. Yo esperaba un concierto intenso, sí, pero calmado y elegante. Pues no. Decir que no fue elegante no es en absoluto una pega, pero no es apropiado para describir el oscuro sonido que descargó el ex 13 Horsepower. Acompañado de un bajo y una batería que sonaron brutales y compactos, dándole músculo a los espasmos y guitarrazos de David Eugene Edwards. Para mí, junto a Mike Farris, Eli "Paperboy" Reed y The Soundtrack Of Our Lives, lo mejor del festival.



No entiendo lo de The New Christs. Sus discos me parecen de lo más aburrido y anodino, en directo son más bien flojos y la visión de un Rob Younger con aspecto de octogenario no invitó al disfrute. Un par de canciones y a la zona de descanso.

Mike Farris is the man. Fue pegarle una escucha a Salvation in Lights para darme cuenta de que el concierto del ex Screamin' Cheetah Wheelies iba a ser de lo mejorcito del festival. Y aaunque su pase matutino no terminase de cuajar, el de la tarde fue uno de los mejores conciertos del Azkena. Como ha dicho Javi Kaos, son estilos diferentes los de Mike y Eli. El show del primero se centra en él mismo, mientras que Farris cede el protagonismo a sus músicos, que eran telita, especialmente las cantantes de gospel. Con un público entregado desde el comienzo, el carismático Farris ofreció un recital de éxtasis y paroxismo carnal y espiritual. Si las misas aquí fuesen así...

A la tercera va la vencida. Parece que la organización se ha tragado el orgullo, porque cuando en la edición de 2003 The Soundtrack Of Our Lives hicieron el feo de cancelar el concierto un día antes, la organización señaló que serían vetados de por vida (el año anterior habían hecho lo mismo). Menos mal que se lo tragaron, porque los suecos dieron un pedazo de concierto que será recordado por todos los aficionados. Abandonando su peculiar sonido psicodélico, en directo los suecos son una máquina de rock que cayó como una bomba en la carpa Ron Asheton, que estaba a reventar.

Fun Lovin' Criminals supieron lo que es sufrir a una estrella. En su segunda aparición en el Azkena les tocó la china, tocar justo antes de Alice Cooper en el mismo escenario. La consecuencia de este hecho fue la reducción del tiempo previsto en un primer momento para la banda. Esto también afectó a los Toy Dolls, que tuvieron que actuar en el escenario pequeño, y todo por montar un mega escenario, para que Alice se pudiera pasear a gusto. Evidentemente al grupo no le sentó nada bien y Huey y los suyos afilaron su socarronería para darnos un concierto atípico. Sonaron sus temas clásicos como «The king of New York», «Scoobie snacks» o «Love unlimited», pero también hicieron versiones de las «vacas sagradas» del rock transformando temas como el «Foxy ladie» del Hendrix en un verdadero cañón. En general, todos sus temas sonaron más eléctricos, más guitarreros y más rápidos que de costumbre, pero sin perder ese tufillo tan cool que les caracteriza.



La estrella de la noche era Alice Cooper y como dice Jon Ulecia

Me quedaría por Alice Cooper. Aquí me puede la nostalgia. Crecí musicalmente desde que Alice entró en casa. Y luego cuenta todo el asunto del espectáculo... Bueno, a mí me parece enternecedor que todavía nos intente hacer creer que sigue aquí por la música.

Y sin duda nos lo hizo creer. Ver a Alice Cooper en escena es visualizar el significado de la expresión «tener tablas». Maneja a su banda como a títeres, el escenario como su salón y el atrezzo como el mejor de los actores. Ahí es donde mas impresiona. El repaso a los clásicos no se hizo esperar y comenzó directamente con «No more Mr. Nice Guy», para ir desgranando clásicos: «School´s out», «I´m eighteen», «Only women bleed», «Under my wheels», «Killer», «I love the dead» y «School’s out» para dar paso al momento espectáculo de la noche con brujería, infanticidio y linchamiento incluidos. «Welcome to my nightmare», «Steven», «Dead babies» (el momento horca es de lo que se recuerdan). Así llegó la recta final con «Feed my Frankenstein» y los bises con «Elected» y la inevitable «Poison». Se nos quedó corto. Faltaron temas imprescindibles. Pero casi todos en Mordor nos llevamos un muy buen sabor de boca cortesía de la bruja.

De verdad que sentía curiosidad por ver a Alice Cooper. No es ni mucho menos santo de mi devoción, pero su primera época me gusta. En cuento a lo que ví en el Azkena, me pareció un concierto bastante triste que confirmó mi prejuicio de que Cooper es una estrella caída en desgracia. O quizá fue culpa mía por no entrar en su teatrera puesta en escena, que ni me pareció original ni me terminó de gustar. En cuanto a la banda, a pesar de que demostraron destreza y puesta escénica, no me gustó como banda para Alice Cooper; me pegaban más para una acompañar a, pongamos, un James Hetfield en solitario. Tampoco entendí como dejan solos de batería que no viene a cuento sólo para cubrir el rato en el que Alice se cambiaba el disfraz. Fue un quiero y no puedo.

Y el último concierto y fiesta final corría a cargo de los Toy Dolls. Pues eso, de cabeza al pogo. Allí entre el sudor y la cerveza fuimos escuchando «Victory», la imprescindible «Nelli, the elephant». Los chicos están en forma. Incluso parecían sobrios (no quiero decir que lo estuvieran) Otra ración de aplausos y moratones por todo el cuerpo.



Mención especial para el momento Dave Pirner que protagonizaron dos perrillas de Mordor al asaltar al cantante de Soul Asylum dándose una vuelta para compartir con el sus delirios etílicos y frotarse un poco. Ya sabéis lo del fenómeno fan... Estos son los Vitoria´s Secrets.







Texto: Dr. Jarri, Joven Frodo y Javi Kaos
Fotografías: Alk
Vídeos: Javi Kaos

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