Mucho se está comentando de los nuevos aires que recorren el disco, pero, en mi opinión, el cambio entre Demolition Preachin' y The Worst Is Yet to Come fue mayor que el que hay entre este último y Crashbeat. Vale, ahí están los guiños a Dick Dale (el toque surfero de «Out of my mind»), Sex Pistols (la voz de «Here's anxiety») o Ramones (el riff rocanrolero de «Give it up») que no había en sus anteriores trabajos, pero en el fondo las canciones más melódicas remiten a «Back door», «Uprising howl», «Operation brainwash» o «Tower top» de su anterior álbum.
Así que todo sigue en su sitio: en la recámara guardan balas a lo Poison Idea, los primeros Turbonegro o Black Flag, pero es que ya ni siquiera es necesario mentar a las madres de su sonido, basta con decir que hablamos de Muletrain: los trallazos de «It's progress», «Sick city» o «Warned» son puro mulatrén, rápidos y demoledores. Ya han conseguido un sonido propio y una forma suya de encararse con la canciones, así como de enfrentarse al directo (y hace poco fuimos testigos de su muro de sonido).
Crashbeat está editado por el sello Beat Generation. Existe edición en LP de generoso gramaje además de en un coqueto CD. Esta última (con un bonito encarte abierto) viene acompañada de un DVD con el documental Dios salve al rock de estadio, producido y dirigido por la propia banda y que recoge su gira europea en 2006.
El documental, que se ha proyectado en el New York Independent Film & Video Festival, es un valioso testimonio, no ya sobre Muletrain, sino sobre como un grupo de rock que está fuera de los circuitos comerciales se monta una gira por su cuenta y riesgo. Toda una lección de auténticos curritos del rock.
Joven Frodo
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