El Azkena Rock de este año nos ha dejado muy satisfechos. A pesar de que las inclemencias se cebaron con nosotros (montamos las tiendas lloviendo a mares, tuvimos que desmontar parte del chiringuito por los fuertes vientos e hizo un frío del demonio), en lo estrictamente musical el festival cumplió las expectativas que todos y cada uno de los orcos presentes nos habíamos montado.
Este se supone que era un año de recuperación para el festival. Y vistas las cifras de asistencia (según la organización, entre los tres días han pasado por el festival cerca de 30.000 personas, datos que algunos han calificado de inflados o exagerados) lo han conseguido. El festival ha remontado a pesar del bajón del año pasado (unas 8.000 personas por día) y de los constantes rumores sobre su desaparición o cambio de emplazamiento. Y tras esta edición, para no ser menos, ya se habla de un cambio en la fecha para el año que viene. Eso es algo que me escama. Visto el historial de Last Tour Internacional y su, en ocasiones, juego sucio, no me gustaría que el Azkena entrase en la guerra que este año ha habido entre los festivales y de la que el Azkena se ha librado (obviando el episodio entre el Azkena’04 y el Serie Z en el que se lanzaron mutuamente varias lindezas: Juan Cacheda, director del Serie Z acusó a Last Tour de robarles a Urge Overkill a base de talonario, los de LTI y Love To Art respondieron con un comunicado en el que acusaban a Cacheda, veladamente y leyendo entre líneas, de no pagar a las bandas a las que contrataba y de ser un tipo poco serio en los negocios).
Las mejoras de organización respecto al año pasado se notaron en la carpa (el escenario 2), en la que el sonido era muy bueno (no como el año pasado, que racanearon los decibelios), barras y puestos de tickets sin colas, un sonido más que decente y la atracción del Anti Karaoke. En contra: racanear un día de camping (no abrieron hasta el jueves a las 12:00), un horario demasiado apretado (doce conciertos al día, desde las 14:00 hasta las 3:00 de la mañana, a ver quien es el guapo que aguanta bien el tipo), pocas tiendas de música en el interior (más que el año pasado, eso sí) y la sensación de que se sigue ninguneando a los grupos españoles: ¿qué hacían Sex Museum y Lagartija Nick tocando a esas horas?
Primer día
Lagartija Nick (escenario 2)
El jueves empezó de la mejor manera con Lagartija Nick. A pesar del accidente de Antonio Arias a mediados de agosto, éste se encontraba en plena forma y los granadinos dieron uno de los mejores conciertos, no ya del día, sino del festival. Como estaba mandado, tocaron el Inercia y algunos temas de El shock de Leila, su último trabajo. Fueron a piñón fijo y sólo pararon para saludar a requerimiento de Eric, que tuvo que parar para colocarse la batería (no me extraña que la descuajaringue, menuda pegada tiene el tío…). El volumen de la carpa estaba tan a tope que casi me estallan los tímpanos (y estábamos en el primer concierto).
Hayseed Dixie (escenario 2)
Pasamos del tostoner de Yawning Man y nos plantamos otra vez en la carpa para disfrutar de los garrulos de Hayseed Dixie, que dieron un pedazo de recital que hizo vibrar y botar a todo el que se acercó (la carpa casi llena ya en el tercer concierto). Algunos replicarán que tocando versiones de AC/DC, Led Zeppelin o Black Sabbath tienen ganado medio concierto, pero lo cierto es que los cuatro tocaban de puta madre sus respectivos instrumentos (bajo acústico, mandolina, guitarra/violín y banjo) y se mostaron tan simpáticos que la comunión con el público fue inmediata. A pesar de ir en acústico no escasearon en contundencia y rapidez a la hora de interpretar los temas, y así no tardaron en contagiar su energía al respetable, que bailó a su compás y les ovacionó como se merecían.
The BossHoss (escenario 2)
Este se supone que era un año de recuperación para el festival. Y vistas las cifras de asistencia (según la organización, entre los tres días han pasado por el festival cerca de 30.000 personas, datos que algunos han calificado de inflados o exagerados) lo han conseguido. El festival ha remontado a pesar del bajón del año pasado (unas 8.000 personas por día) y de los constantes rumores sobre su desaparición o cambio de emplazamiento. Y tras esta edición, para no ser menos, ya se habla de un cambio en la fecha para el año que viene. Eso es algo que me escama. Visto el historial de Last Tour Internacional y su, en ocasiones, juego sucio, no me gustaría que el Azkena entrase en la guerra que este año ha habido entre los festivales y de la que el Azkena se ha librado (obviando el episodio entre el Azkena’04 y el Serie Z en el que se lanzaron mutuamente varias lindezas: Juan Cacheda, director del Serie Z acusó a Last Tour de robarles a Urge Overkill a base de talonario, los de LTI y Love To Art respondieron con un comunicado en el que acusaban a Cacheda, veladamente y leyendo entre líneas, de no pagar a las bandas a las que contrataba y de ser un tipo poco serio en los negocios).
Las mejoras de organización respecto al año pasado se notaron en la carpa (el escenario 2), en la que el sonido era muy bueno (no como el año pasado, que racanearon los decibelios), barras y puestos de tickets sin colas, un sonido más que decente y la atracción del Anti Karaoke. En contra: racanear un día de camping (no abrieron hasta el jueves a las 12:00), un horario demasiado apretado (doce conciertos al día, desde las 14:00 hasta las 3:00 de la mañana, a ver quien es el guapo que aguanta bien el tipo), pocas tiendas de música en el interior (más que el año pasado, eso sí) y la sensación de que se sigue ninguneando a los grupos españoles: ¿qué hacían Sex Museum y Lagartija Nick tocando a esas horas?
Primer día
Lagartija Nick (escenario 2)
El jueves empezó de la mejor manera con Lagartija Nick. A pesar del accidente de Antonio Arias a mediados de agosto, éste se encontraba en plena forma y los granadinos dieron uno de los mejores conciertos, no ya del día, sino del festival. Como estaba mandado, tocaron el Inercia y algunos temas de El shock de Leila, su último trabajo. Fueron a piñón fijo y sólo pararon para saludar a requerimiento de Eric, que tuvo que parar para colocarse la batería (no me extraña que la descuajaringue, menuda pegada tiene el tío…). El volumen de la carpa estaba tan a tope que casi me estallan los tímpanos (y estábamos en el primer concierto).
Hayseed Dixie (escenario 2)
Pasamos del tostoner de Yawning Man y nos plantamos otra vez en la carpa para disfrutar de los garrulos de Hayseed Dixie, que dieron un pedazo de recital que hizo vibrar y botar a todo el que se acercó (la carpa casi llena ya en el tercer concierto). Algunos replicarán que tocando versiones de AC/DC, Led Zeppelin o Black Sabbath tienen ganado medio concierto, pero lo cierto es que los cuatro tocaban de puta madre sus respectivos instrumentos (bajo acústico, mandolina, guitarra/violín y banjo) y se mostaron tan simpáticos que la comunión con el público fue inmediata. A pesar de ir en acústico no escasearon en contundencia y rapidez a la hora de interpretar los temas, y así no tardaron en contagiar su energía al respetable, que bailó a su compás y les ovacionó como se merecían.
The BossHoss (escenario 2)
Nos saltamos a Radio Moscow, ya que las ganas de ver a The BossHoss eran muchas y había que subir a repostar a las tiendas. Los cowboys teutones derrocharon energía y buenas formas, aunque un tanto lastradas por su pose de «hey-nenas-hemos-llegado-para-follaros» y de hacernos participar en plan «y ahora sentaos», «y ahora que canten los chicos», formas más propias de un concierto de Queen que de unos tíos que con limitarse a tocar lo tenían todo hecho: versiones impepinables (y aquí les faltó su excelente «Toxic», de Britney Spears) y una energía en directo arrolladora, gracias al cowpunk que han abrazado definitivamente con su tercer álbum. A pesar de eso, un buen concierto.
Marky Ramone (escenario 1)
No fue lo mismo para Marky Ramone, quien se limitó a coger a tres chavalitos y ponerles a expoliar el repertorio ramonero. Sí, las canciones (los himnos, más bien) son cojonudas y si tocas casi íntegros los primeros álbumes de los Ramones es difícil no cagarla y que la gente salga medio satisfecha. He de decir que Marky me gustó a la batería (tampoco es que deba tener especial dificultad tocar las canciones de los Ramones, pero el tipo está mayor y podría haber sido más lamentable), todo lo contrario que el cantante, que fallaba más que una escopeta de feria y no acababa de levantar en su interpretación de las canciones de los de Nueva York. Hubiesen estado mucho mejor en la carpa y fuera del horario de estrella.
The Lemonheads (escenario 1)
El despropósito de la noche llegó con la lamentable actuación de The Lemonheads. El que ya ha sido calificado como uno de los peores conciertos del festival (a la par con la, al parecer, desatrosa actuación de The Flamin’ Groovies en la edición de 2004) dio poco menos que vergüenza ajena. El desastre se veía venir tras la salida de Evan Dando en el concierto de Marky Ramone a cantar un par de temas. La verdad es que a mí nunca me gustaron los Lemonheads, pero ni siquiera los fans se marcharon contentos tras el triste espectáculo del grupo de Evan Dando. Sin voz, sin ningún rastro de carisma, incapaz de bromear o jugar con el público y acompañado de una banda que, además de no pasar del aprobado justito, parecía no disfrutar y tocar poco menos que por obligación contractual.
Marky Ramone (escenario 1)
No fue lo mismo para Marky Ramone, quien se limitó a coger a tres chavalitos y ponerles a expoliar el repertorio ramonero. Sí, las canciones (los himnos, más bien) son cojonudas y si tocas casi íntegros los primeros álbumes de los Ramones es difícil no cagarla y que la gente salga medio satisfecha. He de decir que Marky me gustó a la batería (tampoco es que deba tener especial dificultad tocar las canciones de los Ramones, pero el tipo está mayor y podría haber sido más lamentable), todo lo contrario que el cantante, que fallaba más que una escopeta de feria y no acababa de levantar en su interpretación de las canciones de los de Nueva York. Hubiesen estado mucho mejor en la carpa y fuera del horario de estrella.
The Lemonheads (escenario 1)
El despropósito de la noche llegó con la lamentable actuación de The Lemonheads. El que ya ha sido calificado como uno de los peores conciertos del festival (a la par con la, al parecer, desatrosa actuación de The Flamin’ Groovies en la edición de 2004) dio poco menos que vergüenza ajena. El desastre se veía venir tras la salida de Evan Dando en el concierto de Marky Ramone a cantar un par de temas. La verdad es que a mí nunca me gustaron los Lemonheads, pero ni siquiera los fans se marcharon contentos tras el triste espectáculo del grupo de Evan Dando. Sin voz, sin ningún rastro de carisma, incapaz de bromear o jugar con el público y acompañado de una banda que, además de no pasar del aprobado justito, parecía no disfrutar y tocar poco menos que por obligación contractual.
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